Es imposible no ver la intencionalidad política y económica de este ataque. Los grandes grupos económicos que están detrás de los políticos y los medios de prensa de derecha quieren quedarse con el inmenso negocio del agua, la energía eléctrica, el petróleo y las telecomunicaciones, para después avanzar sobre la banca pública, y en particular sobre el Banco de la República, que hoy está “analizando caso por caso” las deudas del sector más rico del país. Si se privatizaran las empresas públicas (EEPP) —recordémoslo una vez más— no sólo se perdería la base del patrimonio nacional y el necesario fundamento de cualquier proyecto de desarrollo (así como una inmensa fuente de ingreso para el erario público, y se deterioraría severamente el empleo), sino que se terminarían las transferencias cruzadas, tan odiadas por nuestros economistas neoliberales. Dichas transferencias —mediante las cuales, por ejemplo, Montevideo, Colonia, Canelones y Maldonado subsidian a departamentos más pobres y permiten que tengan agua, luz, energía y telecomunicaciones— no tendrían lugar si las empresas estuvieran en manos de privados que se rigen únicamente por el criterio de maximización de su ganancia. Así ocurrió en Argentina cuando Carlos Menem obtuvo la presidencia y privatizó las EEPP. Las provincias más pobres quedaron a oscuras, sin agua potable y aisladas. En Uruguay sería un proceso lento y farragoso, pero ya vemos que, a pesar de la aplastante derrota de 1992 (en que el Soberano rechazó la privatizadora “ley de empresas públicas” de Luis Alberto Lacalle por 73% a 27%), nuestros grupos de poder no cejan en su esfuerzo. Es comprensible.
Un apunte al margen. Como dice siempre Mario Bergara, el equilibrio de la economía se asemeja a mantener girando simultáneamente cinco (o muchos más) platitos chinos. Un plato de regulares dimensiones, además del manido y “manejable” déficit fiscal, es el déficit comercial que involucra nada menos que nuestra relación comercial con el resto del mundo. Pues bien: hemos tenido déficit comercial en bienes y servicios. El año pasado el equipo económico festejó la disminución del déficit comercial a apenas U$S 1.602 millones sobre exportaciones de U$S 9.159 millones. En cualquier otro lugar, en particular en América Latina, donde hasta Argentina y Brasil tienen balanzas comerciales altamente favorables, esta cifra hubiera sido vista como un desastre. Si en Uruguay nadie critica esta cifra es porque resulta en beneficio, sobre todo, de los grandes importadores nucleados en la Cámara Nacional de Comercio y Servicios, o sea, los que compran trabajo extranjero y lo venden en Uruguay. Pero de eso no se habla, solamente se critica el déficit público y se lo endilga errónea e interesadamente a las empresas públicas.
Lo que dijeron Vázquez, Astori y García
En el primer Consejo de Ministros, realizado el 9 de marzo, el tema dominante fue la economía, ya que era sabido que el contexto externo y algunos desequilibrios internos hacen que el escenario no sea tan favorable como en el pasado. Según pudo saberse, se trató la caída de los precios y demanda de los commodities por las devaluaciones y desaceleración de nuestros principales socios comerciales (China, Brasil, Argentina, Rusia, la Unión Europea); la evolución del tipo de cambio (el dólar saltó de $23 a $27 en pocas semanas, y seguirá aumentando, según el presidente del BCU); el funcionamiento del Fondo de Desarrollo (Fondes); la posibilidad de cumplir las promesas electorales (como el 6% del PIB para la educación y el Sistema Nacional de Cuidados, entre otros); el análisis y los posibles cambios en el sesgo comercial de la política internacional; la elaboración de un Presupuesto Quinquenal “cauteloso” y “prudente”; la reducción drástica de los viajes y gastos superfluos en todas las reparticiones y la continuidad del Antel Arena; el tendido de fibra óptica a todo el país, y la coordinación de las inversiones de las empresas públicas, así como sus transferencias a Rentas Generales.
Tanto el Fondes como el 6% del PIB y los cambios con epicentro en la Cancillería, ocasionaron intensas conversaciones en el seno de la fuerza política de gobierno, pero la prensa de derecha sólo se siguió ocupando de las empresas públicas. El contador Álvaro García, director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), desplegó una amplia batería institucional para “proyectar el Uruguay del 2030″, dentro de la cual está, obviamente, la coordinación y optimización de las EEPP. Y aunque fueron consideradas por su importancia y por ser el sustento logístico y económico de todo el andamiaje institucional proyectado, la prensa de derecha dijo que se hablaba de “un fuerte ajuste”. Esa expresión, que nunca fue usada por Astori ni por García, se usó y difundió para hablar de las EEPP. Con eso, y con algunos temas puntuales relativos a nombramientos y temas de gestión en Antel, OSE y UTE, la prensa opositora fue tejiendo una cortina que derivó en la acusación a las EEPP de ser responsables del 50% del déficit fiscal, lo que es, directamente, un absurdo económico. Danilo Astori, que ha estado al frente de la conducción económica desde el 1º de marzo de 2005, no se habría autoinfligido nunca la responsabilidad por errores importantes en un sector del Estado tan vital y al que se aportan cuantiosos recursos. Pero la prensa de derecha montó su tinglado y continuó, ignorando el aporte de las EEPP al país.
El 14 de mayo, los contadores Astori y García se reunieron con los titulares de la Administración Nacional de Puertos, Ancap, Antel, OSE y UTE y, tras el cónclave, ofrecieron una conferencia de prensa. En esa oportunidad el ministro manifestó que no habría cambios en las direcciones de las empresas y que la reunión fue para “coordinar los esfuerzos en materia de inversiones y ver las mejoras de gestión”, buscando que se aumente en U$S 600 millones (más de 1% del PIB) su aporte a Rentas Generales. El director de OPP sostuvo, por su parte, que “las inversiones estarán en el Sistema Nacional de Inversión Pública, que coordinará también las inversiones de la Administración Central y los gobiernos departamentales”. Esto es particularmente significativo teniendo en cuenta que, como tituló El Observador, “El Estado canaliza 60% de inversión a través de las empresas públicas”. Ningún jerarca debilita ni estigmatiza la principal fuente de sus recursos financieros e inversiones. De acuerdo a lo dicho, una de las apuestas más fuertes del segundo gobierno de Tabaré Vázquez está en las EEPP. En definitiva, el contador García reiteró el mensaje de que el rumbo continuaba en el sentido de la mejora de gestión con la que, desde marzo de 2005, el Frente Amplio se ocupó de las EEPP, profesionalizándolas y jerarquizándolas, al igual que al Banco de la República. Problemas puntuales ha habido siempre, sobre todo antes de 2005, y sería bueno que se revisaran. También desde el 13 de junio de 1968 al 1º de marzo de 2005. Recurriendo a “fuentes”, los medios señalaron que habría reducción en el presupuesto publicitario, en horas extra y en provisión de vacantes a fin de reducir las tarifas para estimular la economía.
Los argumentos de la derecha
La campaña de los medios continúa centrada en el déficit fiscal (3,5% del PIB a 2014, levemente superior al que fija el Tratado de Maastricht, que no respeta casi ningún país de la Unión Europea), causado, según la derecha económica y sus economistas neoliberales, por las EEPP.
La prensa de derecha señaló que las EEPP eran las responsables del 55% del déficit fiscal: U$S 1.890 millones en 2014 (3,5% del PIB), con un aumento de 1,1% en dicho año. Reiteramos que como el déficit es la diferencia entre ingresos y egresos, la eventual pérdida puede haberse originado en cualquier parte de estos últimos, o en todos ellos. Javier de Haedo (insospechable de afecto por las empresas públicas, a las que quiso privatizar en 1992), señaló recientemente en Economía & Mercado que “una de las reglas fiscales no escritas que tenemos en nuestro país consiste en que en los años electorales el déficit empeora en 1% del PIB […] Ese es el deterioro que en promedio han tenido las finanzas públicas entre los años cuarto y quinto de los seis gobiernos que hemos tenido desde 1985″, a excepción de 2004. De Haedo agrega otro dato interesante: “El año pasado hubo un déficit fiscal primario [antes del pago de intereses de la deuda pública] de 0,5% del PIB, es decir que antes de contar los pagos de intereses de la deuda pública, ya hubo un desequilibrio financiero. Los intereses sumaron 3,0% del producto”, cifra superior a la que se atribuye a las EEPP. Perfectamente, pues, podría haberse afirmado que el pago de los intereses de la deuda externa (que equivalía al 101% del PIB en 2004, en el gobierno de Jorge Batlle, y fue notablemente reducida por las administraciones del Frente Amplio) explica el 85,71% del déficit fiscal. Pero nadie lo dijo. La culpa sería toda de las EEPP.
Pero dice De Haedo en el artículo citado: “Más allá de otros componentes menores, los dos sectores decisivos para las finanzas públicas son el gobierno (incluida la previsión social) y las empresas públicas. Si se observa la evolución de ambos resultados a lo largo de estos diez años, se ve que en el caso de las empresas se pasa de un superávit primario del orden de un punto del producto a un déficit de medio punto del producto. Este deterioro está siendo corregido mediante el ajuste fiscal en curso en Ancap y UTE, y continuará siendo abatido con un ajuste en las inversiones en este sector. Mientras tanto, en el caso del gobierno se pasó, en diez años, de un superávit primario del orden de tres puntos del PIB a un resultado nulo [o sea que el gasto aumentó allí 3% del PIB]. En el último año se registró un deterioro de un punto del PIB en este resultado y, a diferencia de lo que sucede en las empresas, no hay ajuste a la vista. Al contrario, todo apunta a un firme deterioro adicional, en la medida en que los ingresos se desaceleran junto con el nivel de actividad, mientras los egresos, mayoritariamente indexados y con previsibles aumentos reales, tienden a seguir firmes”. O sea que también podría haberse responsabilizado al sector gobierno del incremento del déficit fiscal, y más teniendo en cuenta que la tendencia no se revierte, en tanto que en las EEPP sí. Nadie culpó al gobierno. No se habla del gasto del Parlamento, pero debe ser también una fuente importante de erogaciones. El asunto no queda ahí.
Las empresas públicas dan ganancia
Un informe publicado el 12 de marzo en Búsqueda señalaba: “Las cuentas públicas tendieron a deteriorarse en el tramo final del año pasado y mejoraron ligeramente en el inicio de 2015. El déficit fiscal en los 12 meses cerrados en enero pasado alcanzó a U$S 1.824 millones”, casi 3,3% del PIB. “[…] durante los últimos 10 años [las empresas públicas] siempre realizaron aportes al gobierno en forma de dividendos. En los 12 meses cerrados a enero [último dato disponible] transfirieron ganancias por U$S 280 millones, cerca de 15% respecto al déficit total del sector público”. Llegamos así a la comprobación de que las empresas públicas dieron en los 12 meses cerrados a enero una ganancia de U$S 98,4 millones, en tanto que el gobierno tuvo un déficit de U$S 1.330 millones [70,37% del déficit total del PIB] en ese período.
Dijo Búsqueda: “Ancap, UTE, OSE, ANP, AFE y Antel tuvieron en los 12 meses cerrados a enero pérdidas sumadas por U$S 182 millones, aunque en realidad ese número negativo surge de que transfirieron dinero (los U$S 280 millones) al gobierno por ser su ‘accionista’. Dejando por fuera esa operación, su resultado fue una ganancia de U$S 98,4 millones, en conjunto. El gobierno central tuvo un déficit de U$S 1.330 millones en ese mismo lapso”.
Los comentarios de Búsqueda, de conocida tendencia antiestatista, no terminan ahí: “Dejando de lado las transferencias al gobierno, las empresas sumadas tuvieron ganancias desde el 2005 todos los años, menos en 2008, 2009 y 2012; Ancap y UTE explicaron en gran medida esos años de resultados negativos (que tuvieron relación con sobrecostos para generar energía eléctrica, principalmente). En los últimos 10 años, sólo AFE requirió asistencia del gobierno. Por otra parte, la actividad de las empresas públicas generó ingresos al fisco por impuestos pagados y aportes a la seguridad social por unos U$S 1.600 millones en el año cerrado a enero, lo que representa casi 3% del PBI. También realizaron inversiones por unos U$S 1.000 millones (casi 2% del producto)”. Las cifras hablan por sí mismas: las empresas públicas no sólo no dan pérdida, sino que aportan al gobierno central (U$S 280 millones), generaron ingresos a la DGI por 3% del PIB y realizaron inversiones por 2% del PIB.
Sendic habló sobre las empresas públicas
El vicepresidente de la República, Raúl Sendic, destacó la contribución de las empresas públicas al país y defendió las inversiones que en ellas ha realizado el gobierno, ya que padecían un retraso de 30 años. “Es difícil concebir el desarrollo de Uruguay sin el cambio de la matriz energética o sin la inversión de 350 millones de dólares en la refinería de La Teja”, afirmó.
Respondiendo implícitamente a los medios de derecha que demonizan en forma constante a las empresas públicas, el vicepresidente Sendic formuló el 21 de mayo una serie de interesantes puntualizaciones. Según el comunicado de Presidencia, Sendic señaló que “las empresas públicas han jugado un papel sustancial en el desarrollo del país”. En ese sentido, precisó que las mayores obras ya se concretaron y es necesario avanzar en gestión y coordinación. Reafirmó el rol estratégico y la contribución que realizan a la economía uruguaya. Recordó que las empresas públicas tenían un atraso de 30 años en materia de inversiones. “Ahora debemos seguir trabajando para la mejor gestión de las empresas y la coordinación de sus gestiones, que son una herramienta fundamental de la política de gobierno para el desarrollo del país. Hay que defenderlas y siempre trabajar para mejorarlas, porque son herramientas fundamentales para el desarrollo; y hay que tener en cuenta que este proceso de inversión apuntaló al Uruguay que estamos construyendo”, enfatizó el vicepresidente. Explicó que los mayores requerimientos en inversiones ya se realizaron y que ahora se necesita invertir en AFE y en infraestructura. “Fueron inversiones millonarias en un período muy corto, pero eran necesarias, porque había un atraso muy fuerte en inversiones”.
En referencia a la petrolera estatal Ancap, dijo que ya realizó las inversiones más importantes que necesitaba, y aseguró que a partir de ahora debe concretar las de mantenimiento.
Recordó que desde 2007 se construyeron diez plantas y ya no es imperioso construir, sino trabajar en la mejora de la gestión y puesta en valor. Destacó las inversiones en la planta desulfurizadora. “Sin ella tendríamos cerrada la refinería de La Teja e importaríamos el combustible, porque no es viable pensar el Uruguay de hoy con los problemas de plomo y azufre que tenían los combustibles antes de estas inversiones”. También se refirió a las realizadas en biocombustibles: “Hace un tiempo no se entendían, pero hoy sería un disparate no tenerlas, porque todos los países del mundo avanzaron en la incorporación de las energías limpias”, aseguró. “Estos son ejemplos breves del papel que han cumplido las empresas públicas; ver si aportan o no al déficit de la gestión de gobierno es una visión demasiado parcial, porque han hecho una contribución enorme al producto del país, que es muy difícil de dimensionar, y van a tener un impacto estratégico a futuro”, subrayó. Agregó que “es difícil concebir el desarrollo de Uruguay sin el cambio de la matriz energética o sin la inversión de 350 millones de dólares en la refinería de La Teja”. Recordó las inversiones de UTE en energía eólica y de Antel en fibra óptica, que permiten a Uruguay ocupar el primer lugar de América en ambas áreas.
“Si no se hubieran realizado estas inversiones tan importantes, hoy estaríamos con apagones por la falta de agua y con generación térmica en la Central Batlle, utilizando millones de litros de petróleo”. En el mismo sentido, recordó que la economía del país se incrementó en los últimos años, y que desde 2005 se multiplicó por cuatro el PIB sin resentir la producción necesaria de energía para abastecer ese crecimiento. Como prueba, explicó que en estos años no faltó combustible ni electricidad, ni hubo dificultades en telecomunicaciones. “Por eso fueron sustanciales las inversiones realizadas en los últimos años”, afirmó.
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Sendic anunció que tendremos petróleo y gas
“Estoy convencido de que vamos a perforar y tener gas y petróleo”, manifestó el vicepresidente, y señaló que los datos de las exploraciones hechas en la zona de Salto confirman que se encontrarán hidrocarburos en las próximas perforaciones, que comenzarán a fines de 2015 o principios de 2016. Destacó la “ubicación estratégica” del yacimiento, cerca de Argentina y Brasil, y consideró que la explotación podría comenzar en un plazo de tres años.
“Si descubrimos que los tenemos ya es un elemento muy importante, aunque no los podamos explotar inmediatamente. Son sustanciales para asegurar el desarrollo del país de los próximos años, porque son commodities que cada día se valorizan más”, enfatizó.
FUENTES DE CARAS Y CARETAS
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